miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Frenesí o frene, si...?

Que la modernidad es un mosaico de ambigüedades esta claro, de modo que hacerse el homo dicotomicum es de lo menos respetable. Mas, ¡ay de quien por creerse el agujero negro del sinsentido peque de obtuso!
Los tiempos del pretenderse pasaron, a nadie le importa combinar la corbata o la novia, ni siquiera mezclar rayas y lunares, hoy presenciamos el advenimiento de la Cultura Yqueista. "Me gusta tu viejo, ¿y qué?", "Estudio cartografía, ¿y qué?". Podría hablarse de un ejemplo de valor, pero no, es tan solo la razón que abre paso a una amalgama de esos encantos factibles de televisación que supimos conseguir.
Nadie osaría contradecir al transgresor, cuya desclosetisada alma flota cual espíritu libre en medio de una nube de gas inflamable, con máscara incorporada. Si ser parte es primordial, el ‘no te importa’ está en la esencia misma del yqueista de la primera hora.
Hasta acá todo parece modernoso y progre, sin embargo, ni muy-muy ni tan-tan. No hay que confundir al "yqueista calco" con el "yqueista de estirpe"; uno quiere el impacto, el otro a tu viejo, posta.
He aquí el desafío. Si uno decide hacer del yqueismo un modo de vida, ¡adelante!, dé rienda suelta al frenesí de pasiones y desborde sinceridades, pero si considera que es lo mismo que saltar a la defensiva toda vez que le venga en gana usar camisa rosa o haya olvidado el corrector de ojeras, frene, si? No se confunda, no es lo mismo un Fiat 600 negro…

domingo, 26 de septiembre de 2010

Universo

La totalidad de espacio y tiempo, toda la materia y la energía y el impulso, las leyes y constantes, los elefantes de trompas gigantes sobre una tortuga; todas las posibilidades de lo múltiple, las estelas que dibujan caminos posibles y las velocidades infinitas, objetos que se mueven y separan y no entran en conflicto porque sólo afectan al movimiento y no al espacio mismo. Entonces dos galaxias pueden separarse más rápidamente que la velocidad de la luz si es que el abismo entre ellas se dilata. Y el cosmos es cosmos y el paralelo no existe, la vida es vincular y múltiple, los caminos de oro y los abismos eternos; la separación es quiebre, el movimiento es placentero y las afecciones conflictos; las posibilidades infinitas y la elección tuya como la materia, las leyes y la energía, el impulso, el tiempo y el espacio. Y el amor único, los elefantes lo sostienen y la tortuga te recuerda que no se puede todo.

viernes, 11 de junio de 2010

Cuerpo infinito

Mil fragmentos flotando en derredor a la espera de finales posibles. Cientos se increpan y explotan. Millones
Cerca, un camino; paso obligado de negaciones. Lejos, la frontera vertical, desafío eterno.
La cabeza zumba de silencios, las piernas tiemblan y una vibración que viene y va, que ruboriza.
Plenario mental como salvaguardia. Ese temor inexplicable a las pasiones.
Entonces el vacío mismo enfrente, aguarda el salto. Inmortalidad


domingo, 30 de mayo de 2010

¿Para qué sirven las palabras si solo las uso?

Veo tan lejano el tiempo del despilfarro, la poesía épica y la parafernalia del futuro promiscuo... Si hasta parece que la liviandad ha avanzado hasta volver a comprimir. ¡Todo en cuadraditos, todo ordenadito! Obvio que eso dura poco, queda todo desparramado, inútil.
Manchones de tinta y recortes de crepé, así comienza y termina, pensé una vez. Luego no sé, ¿me perdí entremedio? Pues, no sería tan malo, capaz dejé alguna rayuela en amarillo, un Trolls me salvaría también.
A ver, recuento: Faber de 24 pastosos y con punta, sacapuntas de metal con nombre, glasé, Voligoma, punzón y tijera (bendito kit), canson y fibras. Parece estar todo, que extraño ¿por qué la mezquindad?
Y si, es el desgaste que provocan los años. suena lógico, ¿no? Es decir, uno enriquece la niñez con expresiones de maravillosa sencillez: "si", "me encanta", "no quiero", "te odio", "te amo". Más tarde las usamos para distraer, persuadir y descoyuntar cuestiones varias. Luego agregando modos del decir más complejos como: "confundís todo", "no sos vos, soy yo", "exactamente a qué te referís" y "definitivamente tus consideraciones carecen de fundamento". Y uno se desdice con mayor facilidad aún, o puede pasar horas, días, meses, sosteniendo marañas de sinsentido tan linditas que ni ganas de deshacer dan. Se interpreta, reinterpreta, valora, desdibuja, condiciona. Todo en nombre del sinfín dialéctico que siempre suma.
Pero ahí justito, en el preciso instante en que uno logra un mejunje pegoteable y multicolor, brota el temor al enchastre. ¿Miedo a qué, a ensuciar? Eso parece. Como si fuera mejor evitar cualquier trazo que pueda requerir una explicación evidente. He aquí mis queridos, el “Efecto rubiedad encubridora”, también conocido como "Total, la vida seguirá escurriendo, los marcos permanecerán y las etiquetes encima que son difíciles de sacar están todas puestas". Sus máximas: "claro", "tal cual", "ni hablar"
¿Paradójico? Diría es que es casi una cuestión matemática. Cuanto más nutrida la visión, menos dice.
¡Que ganas de olvidar los márgenes, el renglón, el papel secante, y volver al afiche blanco! Desparramar los Jovi y macanear, acostada en el pasto y el crepé humedecido…